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Reflexions i documents

Wednesday, October 03, 2007

SECTAS

QÜESTIONS ACTUALS

Entre 1980 i 2000 vaig publicar alguns articles a La Vanguardia, normalment a les pàgines de cultura. A finals de la dècada dels 90 vaig enviar l'article que reprodueixo aquí, i me'l van refusar. Des d'aleshores no he publicat res més en aquest diari. Un article refusat sobre el tema de les sectes va interrompre també la meva breu col.laboració amb un diari efímer, "El Observador".

LOS NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS

Mi dedicación académica a la filosofía antigua, occidental y oriental, y en particular a las sectas derivadas de las grandes religiones del libro, me ha llevado a interesarme por los grupos religiosos que en el mundo actual pretenden, con dispares acreditaciones, continuar o renovar las antiguas sabidurías. Por otra parte, la circunstancia de ser personalmente ajeno al hecho religioso justifica que me otorgue un plausible grado de neutralidad, situación indispensable para abordar sin partidismos un tema que suscita, como es bien sabido, pasiones y fanatismos extremos. Recientes estudios y experiencias en este ámbito me invitan a trasladar al público algunas reflexiones que creo pueden resultar de utilidad.
El tratamiento del tema de los nuevos grupos religiosos ha adolecido en nuestro país de falta de equidad y de objetividad. La equidad exige que los nuevos grupos reciban el mismo tratamiento metodológico y crítico que los grupos antiguos, es decir, que las iglesias o religiones "legitimadas". La primera deformación sociológica es, pues, la de distinguir los "antiguos" de los "nuevos", las "iglesias" de las "sectas". El análisis equitativo debe contemplar todas las formaciones que en nuestra sociedad profesan un activismo religioso y que son susceptibles de inducir en los individuos unas determinadas modificaciones de conducta y de personalidad. Uno de los escasos estudios rigurosos realizados sobre el tema, el dirigido por el profesor Joan Prat, del Departamento de Antropología de la Universidad de Tarragona, trabaja, por ejemplo, sobre la siguiente muestra: benedictinos, cistercienses, Bahais, Testigos de Jehová, Brahma Kumaris, Hare Krishna, Opus Dei y Gnosis. Todos ellos son sometidos a un aparato de investigación idéntico, y los resultados se establecen comparativamente.
La objetividad exige que la descripción del grupo concernido abarque tanto los aspectos positivos como los negativos. La historia pone de manifiesto que todas las religiones, casi sin excepción, han sido fuente de bienes y de males. La constatación de resultados negativos (por ejemplo, graves transtornos psíquicos causados en algunos individuos) no autoriza a calificar sin más a un grupo como "destructivo". Con este criterio, la inmensa mayoría de las órdenes religiosas católicas serían sectas destructivas. El investigador debe proceder con cautela y utilizar predicamentos morales y psicológicos universales, no la panoplia fabricada ad hoc por las "iglesias" para describir a las "sectas". Las pretendidas descripciones del "fenómeno sectario" que se limitan a reseñar los aspectos negativos y las actuaciones perjudiciales de los grupos constituyen un claro intento de manipulación de la opinión pública.
En España, desde hace unos veinte años, una incansable campaña propagandística de corte sensacionalista ha conseguido crear e introducir en la opinión pública el paradigma patológico/criminal de "secta". En la actualidad, la mera adscripción a cualquier grupo religioso no tradicional basta para que un individuo sea considerado psicópata y potencialmente criminal. Circulan largos catálogos y abecedarios de "sectas destructivas", con descripciones y valoraciones casi siempre acríticas e indocumentadas. Huelga decir que este tipo de actuaciones no favorece en absoluto el clima de convivencia y tolerancia al que aspira la sociedad democrática. Por otra parte, las acusaciones indiscriminadas favorecen el ocultamiento de las verdaderas perversiones, que, aunque escasas, existen realmente.
Un estudio reciente del Institut Catòlic d' Estudis Socials de Barcelona aborda el tema de la eventual perversidad de los grupos religiosos con prudencia y objetividad. Rechaza, por imprecisa y sesgada, la denominación de "secta destructiva" y propone la mucho más adecuada de "grupo potencialmente generador de trastornos de la personalidad". Después analiza los factores capaces de generar trastornos y constata que una acumulación de los mismos determina un "ámbito de riesgo", advirtiendo, sin embargo, que no debe procederse a una automática relación causal entre "grupo con riesgos" e "individuo afectado". En efecto, los especialistas han descrito un tipo muy preciso de personalidad "pre-sectaria", proclive al acto de adhesión gregaria. Estos sujetos serían sectarios incluso en una cofradía de romeros del Rocío El estudio menciona como grupos de alto riesgo Edelweis, CEIS y Rachimura. Respecto a los demás grupos analizados (hasta cincuenta) el estudio examina con terminología científica los "mecanismos de control social y técnicas de manipulación psicológica", absteniéndose de atribuir índices de peligrosidad.
Muchas de las nuevas formaciones religiosas, al igual que las órdenes religiosas clásicas, exigen al adepto compromisos vitales de suma gravedad: abandono de la familia, obediencia ciega a los dirigentes, abstinencia sexual, pobreza, dieta austera... La fidelidad a las creencias del grupo no admite fisuras. Las transgresiones graves conllevan la amenaza de condena eterna (infierno). El cumplimiento de estas exigencias ocasiona inevitablemente una transmutación de la personalidad del individuo, y esto es lo que en realidad se persigue. Ahora bien, si la entrega se produce en el seno de una orden religiosa católica, el resultado se considera positivo y perfectivo. Si la adhesión transformadora tiene por objeto un movimiento minoritario o "secta", es calificado de trastorno psicopático y el grupo pasa a ser "destructivo".
Muchos individuos, tanto en las órdenes legitimadas como en los grupos marginales, no pueden resisitir la enorme presión de sus compromisos y se desmoronan psíquicamente. La psiquiatría tradicional apenas ha comenzado a diagnosticar estos trastornos, y en consecuencia han surgido en muchos países instituciones especializadas en el tratamiento de estos casos. En principio parecería ésta una opción correcta, pero en la práctica se han producido una serie de desviaciones que convierten estos "centros de desprogramación" en una solución socialmente inadecuada. En efecto, no se limitan a la tarea de recuperación individual sino que contribuyen activamente a la creación del paradigma patológico/criminal de las "sectas". Se prestan a tratar a individuos adultos que no han acudido espontáneamente sino coaccionados por sus familiares; esta situación exige un durísimo tratamiento desprogramador en la frontera del lavado de cerebro. Han creado (como ha estudiado Roser Sentís de la Universidad de Tarragona) la figura del ex-sectario como producto social. Estos ex-sectarios son la punta de lanza del activismo anti-sectario de estos laboratorios. Con respecto a alguna de estas instituciones se ha llegado a un punto tal que, taxonómicamente deberían figurar como grupos específicos en la muestra de los estudios sobre el fenómeno de lo nuevos movimientos sociales, bajo el epígrafe de "grupos antisectarios de carácter parasectario".
A mi modo de ver, los individuos afectados de trastornos de origen religioso deberían ser tratados por los facultativos de los centros asistenciales ordinarios, que garantizarían, por simple control colectivo, la neutralidad ideológica de los tratamientos.
La más reciente orientación de los estudios sobre los nuevos movimientos permite esperar que se abra una nueva época en esta delicada cuestión. Se abandonan la terminología despectiva y la descalificación acrítica, se amplía el ámbito de las definiciones para dar cabida a fenómenos paralelos, se equilibran los testimonios... En último término se trata de construir los instrumentos conceptuales adecuados para que sean protegidos los derechos individuales que hay que proteger para dejar luego que la libertad religiosa se incorpore definitivamente, con algún retraso, a las demás libertades de la ciudad. Porque el "derecho a la verdad" ya nos lo había otorgado el antiguo régimen teocrático. Ahora se trata de establecer algo mucho más humano:el derecho al error.

JOSE MONTSERRAT TORRENTS

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